Bien podríamos hablar en este artículo sobre aquellos metales preciosos, como el oro, la plata, el cobre o cualquier otro de aquellos que hoy en día nos ayudan a salvar esta temida inflación que nos está arrollando.
Pero no, no es de eso de lo que habla este artículo, aunque todo se andará; un trozo de metal es un trozo, valga la redundancia, de canción que a mí me pone la piel de gallina cada vez que la escucho, y eso que era una niña cuando su cantante falleció.
“Piensa que la alambrada sólo es un trozo de metal …”, con sólo esas primeras palabras me resuena ya la música en mi cabeza. Sí, eso es, la LIBERTAD, es eso lo que me rememora, “… algo que nunca puede detener sus ansias de volar”.
Es a lo que siempre he aspirado, desde que tengo uso de razón, aunque llevo un tiempo sintiendo que, aunque he tratado de actuar con esta premisa, seguramente no ha sido de la forma más adecuada. Pero, buscar la libertad es sólo eso, ¿no?
Es precisamente cuando la época en la que nos ha tocado vivir, en la que inicialmente podemos conseguir la libertad y lograrla si lo queremos, en realidad nos marcan el camino a seguir, e incluso el cómo conseguirlo. En la mayoría de los casos “la carrera de la rata”. Sinceramente no creo que vaya de esto la libertad.
Tampoco creo que tener libertad sea conseguir un trabajo, lograr una hipoteca, adquirir un coche, tener pareja e hijos; en definitiva, lograr aquello que en esta época se espera que consigamos las personas. Tampoco digo que lograr alguna o todas estas opciones sea
algo negativo, ni mucho menos, pero aquí lo esencial es plantearte si es realmente esto lo que deseamos.
Siempre había pensado que la libertad iba de tener opciones, y de elegir aquella que más te conviniese, aquella que más te apeteciese o, sin más, aquella que más te gustase. Pero qué ocurre cuando te quedas sin opciones, ¿ya no puedes optar a lograr la tan ansiada libertad?
¿Cómo elijo sin opciones?

Es lógico pensar, siempre insisto que pensamos según nos han enseñado a hacerlo, en que cuando quiero hacer algo miro fuera y veo las opciones con las que puedo elegir lo que hacer. La cuestión es cuando miramos y no vemos qué elegir, entonces la frustración nos secuestra y es cuando nos rendimos a actuar según nos pautan.
Qué difícil tomar decisiones que no vayan en la línea de la “normalidad”, el elegir tu propio camino. Si ya cuesta levantarse cuando caes, siguiendo la corriente del río, imagina cuando caes sin seguir “esa” corriente, no esperes otra cosa que no sea “ya te lo dije”, “si es que es normal”, “no debiste arriesgarte”, …
Yo siempre comento: “si Dios, la energía, la tierra o el universo (llámalo como más te plazca) me da libre albedrío, por favor, no vengas tú a quitármelo”. Lo diré de otra forma: arriésgate todo lo que quieras, sobre todo para seguir a tu corazón, si te caes te lames la herida, el tiempo suficiente para superar el dolor, y te levantas y sigues adelante, porque “no-pasa-nada”, las heridas de guerra al final las amas y las honras.
Es aquí cuando me viene a la cabeza el momento histórico en el que los barcos de Hernán Cortés llegaron a América. Los aztecas, reconocidos como grandes guerreros, no se prepararon, porque literalmente “no les vieron venir”. No porque “se escondieran”, sino porque no habían visto un barco nunca y no se dieron cuenta de que se acercaban a la costa hasta que prácticamente no se les echaron encima y desembarcaron.
Cuento esta anécdota porque la lógica no siempre es como nos pensamos, si esto les ocurrió a unos ávidos guerreros, qué no nos pasará en la actualidad a quienes vivimos en este momento social en el que estamos tan aborregados (por favor no se me ofenda nadie, es en el aspecto ya mencionado de seguir la corriente).
No vemos las opciones porque “no las conocemos”, por lo tanto, hay opciones que las tenemos delante de las narices y no las identificamos. Una forma de comenzar el cambio personal hacia la libertad es precisamente ese, matizar y hacernos conscientes de que “no vemos las opciones porque no las reconocemos”.
Debemos empezar a buscar e investigar, incluso creando esas opciones, ya que junto al libre albedrío nos encontramos con la posibilidad de crear nuestra propia realidad y esa opción no nos la puede quitar nadie. Cierto es que comenzar a vivir de esta manera es cuestión de trabajarlo y crear esa actitud respecto a la vida.
En definitiva, no debemos buscar las opciones fuera, sino que las encontramos en nuestro interior. Por lo tanto, esa libertad tan deseada también se encuentra en nuestro interior. Por ese motivo, cuando creamos que todo está perdido, que jamás lograremos ser libres, deberíamos ser capaces de mirar en nuestro interior y, de ese modo, crear nuestro camino y elegir nuestra propia opción.
La Triple Libertad: profesional, personal y financiera

La libertad puede entenderse diferente según el contexto. Yo diría incluso que cada persona puede sentirlo y vivirlo de manera muy diferente. Por ello expongo aquí alguna definición, para ver lo que se dice acerca de ella.
El significado de libertad según la RAE es la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”.
Según el Diario Constitucional la “libertad es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad, sin más limitaciones que el respeto a la libertad de los demás. Hay libertad cuando las personas pueden obrar sin coacción y opresión por parte de otros sujetos”.
Ha sido aquí donde he oído hablar del término de Triple Libertad, refiriéndose a la libertad personal, la libertad profesional y la libertad financiera, su combinación. Pero si consideramos la Libertad, con mayúscula, como una actitud, sería a partir de dicha actitud desde donde extenderíamos a todos los aspectos de nuestra vida esta forma de actuar.
Por eso seguramente no se trate de que hagamos nuestros planes diciéndonos “si consigo libertad financiera puedo llegar a la libertad personal y desde ahí a la profesional”, o cualquier otra conjugación. Más bien se trataría de vivir nuestro día a día creando nuestra propia realidad. Si no existe (fuera), la creamos (desde dentro).
Prueba a hacerlo, empieza por cosas sencillas y verás como tu actitud va cambiando poco a poco y terminarás logrando grandes objetivos. Si no quieres realizar sólo este trayecto, te animo a que nos acompañes.
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