Hace un par de años que comencé con las lecturas financieras, sobre todo del estilo de aprender a abrir mi mente no sólo a la economía, sino a una actitud abundante en todos los sentidos. Pero ocurrió que me incorporé al trabajo y, como por arte de magia, se paralizaron las lecturas.
En el caso del libro que vengo a comentar, “Piense y hágase rico” de Napoleon Hill, sólo me quedaban dos capítulos, los cuales he finalizado este año.
No puedo indicar que se trate de algo mágico, porque ya sabemos que los milagros existen, pero cuando lo retomé, me resultó mucho más fácil su interiorización, porque la primera parte ya la tenía practicada y consolidada.
Me ha gustado la experiencia de hacerlo así, de que la vida me haya dado esta oportunidad, porque me ha sido más cómoda su asimilación.
Disfruté mucho la lectura, de principio a fin, porque no se trataba de temas puramente económicos, sino de lo que podríamos llamar la espiritualidad de la economía, y aunque en algunos ejemplos concretos hablaba de números, la esencia, o más bien mi aprendizaje, ha versado sobre el conocimiento personal y muy intensamente sobre un trabajo interior.
Y es que está claro, que lo más dificultoso en esta vida es confiar y sacar fuera lo que llevamos dentro. Pero con esta lectura realmente te pone casos muy prácticos, sobre todo al final. Por eso hago hincapié en que me ha gustado de principio a fin.
Pues bien, como ya he ido comentando a lo largo de diferentes escritos, es precisamente nuestra mente la que tiene la capacidad de crear la realidad. Habíamos llegado a comentar cómo podíamos llegar a elegir cuando no teníamos opciones.
Este autor, que define a los genios como aquellas personas que logran que su mente vibre a un ritmo elevado, por encima de la media, alcanzando así la imaginación creativa, da un paso más, explicándonos cómo lograr materializar.
Según él “el deseo de la expresión sexual es con mucho la emoción humana más fuerte e impulsiva, y por esa misma razón, este deseo, cuando se domina se convierte en una acción distinta de la expresión física, puede elevar a uno a la expresión de genio”.
La transmutación del sexo
El motivo biológico y antropológico de esta situación lógicamente se encuentra en la necesidad de ser capaces de procrear y perpetuar nuestra especie. Incluso al ser humano no se le acota en temporadas este deseo, cosa bastante importante para la materialización. Si fuéramos como muchas otras especies, sólo tendríamos sexo en temporadas puntuales, seguramente nuestra creatividad se iría al traste.
En realidad, se trata de una fuerza motivadora que puede ayudar gratamente con la creatividad y, por ende, en el caso que nos ocupa, la acumulación de riquezas. Entendida la riqueza en su más amplio espectro, no sólo en la acumulación de dinero.
Cabe mencionar, que no todo el mundo que logra alcanzar esta fuerza motivadora, consigue dar el siguiente paso y manifestar, ya que también se entrena, con voluntad y objetivos claros. Cuando ya se mezcla con la emoción del amor, se puede lograr un gran equilibrio. Basta pensar cuando se tiene una ruptura o decepción amorosa como nos sentirnos totalmente descolocados y no somos capaces de concentrarnos.
“Cuando la emoción del romanticismo se añade a las del amor y el sexo, se eliminan las obstrucciones entre la mente finita del ser humano y la Inteligencia Infinita”.
El sexto sentido
Utilizamos esta expresión de forma habitual, se trata de un término actualmente aceptado por la Real Academia de la Lengua y que lo define como la capacidad de percibir de manera intuitiva lo que de ordinario pasa inadvertido.
Efectivamente podríamos decir que cuando elevamos nuestra vibración podemos alcanzar aquel conocimiento que no está disponible a una velocidad normal o habitual de vibración. Las corazonadas podrían ser esos destellos de vibración, cuando todavía no se ha asentado en un ritmo determinado.
Por lo tanto, podríamos equiparar este sexto sentido con la imaginación creativa, que como ya hemos comentado sería el vínculo directo entre la mente finita del ser humano y la Inteligencia Infinita.
Por eso es tan importante el hábito, y nuestra mente funciona por hábitos. Si no tenemos costumbre de trabajar en estos niveles de vibración, podemos desechar ideas realmente importantes y revolucionarias. Aquí también serían importantes técnicas de generación de ideas que nos enseñen a no desechar de entrada ninguna idea hasta que la hayamos revisado completamente.
Creo que todas las personas tenemos algún momento en nuestra vida en donde rozamos la Inteligencia Infinita, aunque sea por casualidad. De lo que se trata es de lograr anclarnos y actuar como genios, elevar nuestra vibración y conseguir la imaginación creativa, para lograr pasar del pensamiento en expresión física a pensamientos de otra naturaleza.
El poder del Equipo Maestro
Si somos capaces de unirnos a personas con intereses y con objetivos similares, trabajando conjuntamente llegaremos a alcanzar un gran poder. Ya que todo aquello que somos capaces de realizar individualmente se multiplica enormemente.
Se produce la sinergia, esta palabra proviene del latín synergia, derivada de la palabra griega synergos que significa “trabajar juntos” o “colaborar”. Viene a indicarnos como el resultado de actuar en conjunto supera a la suma de las individualidades. Podríamos indicarlo matemáticamente: 2 + 2 = 5 (o más).
En este caso Napoleon Hill comenta como “un conjunto de cerebros coordinados (o conectados) con un espíritu de armonía proporcionarán más energía de pensamiento que un solo cerebro”.
Está claro que cuando se juntan personas, aunque tengan gustos y aficiones similares, no surge una energía potente, hay que trabajarlo y tener claro las motivaciones y a dónde nos gustaría llegar, generar ese pensamiento de partida, esa chispa que encienda la mecha.
Seguramente por este motivo lo tuve tan claro cuando conocí el CBC Business Club, no se trataba de un grupo de personas sin más, sino que era un grupo de energía que tenía muy claro a dónde quería llegar, y no me lo pensé dos veces, está claro que si quieres llegar a algún sitio debes unirte a alguien que ya esté ahí.
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